domingo, 15 de diciembre de 2013

Diecinueve

 Queridísima gente mía!!

Aunque hayan pasado algunos meses sin dar muchas noticias, deberíais saber que os llevo en la mente, en el corazón y, por supuesto, en el Facebook (cositas del siglo XXI... snif!)... Y así, con la perspectiva distorsionada que dan la distancia y el tiempo, os pasaré a relatar algunas de mis impresiones, reflexiones y vivencias...

Tras algo más de tres meses por la extensa Canadá, llegamos a los Estados Unidos de América (oh my God!). Desde el minuto cero, en migración, ya fue quedando clara su prepotencia singular con afirmaciones tipo “con la crisis que hay en tu país, no sé de dónde sacas el dinero para venir aquí”. Pues no sé si es “por la crisis del país” o más bien por mi autocrisis personal, pero el dinero para estar en tu país lo voy a sacar de tu propio país, ja! (pa txula y prepotente yo, aupa Bilbo! Estas palabras jamás fueron pronunciadas en voz alta, pero en mi cabeza resonaban una y otra vez... lara la).

La primera parada casi obligatoria nos llevó hasta New York, New York... Las críticas por las políticas contradictorias de este país, supuesto paradigma como modelo de desarrollo a emular, se hicieron llegar rápidamente, evidenciando en primer lugar, el consumo desorbitado, la desigualdad social, su pésimo pero muy lucrativo sistema de salud, la falta de regulación de los alimentos, las luces de neón, tiendas y más tiendas, azoteas ultrapijas, Wall Street (no comment), Brooklyn, Manhattan, Little Italy, China Town, Korea Town, Central Town... (ah no, Park!) … Y entre “town”, “park”, paseos kilómetricos, metros, visitas inesperadas, re-encuentros esperados, nuevas gastronomías, museos, bares, bailes y borracheras.... pasó en un abrir y cerrar de ojos nuestra semanita intensa y muy divertida por la Gran Manzana. (Aquí, con Wall St a mis espaldas):


Después volamos a San Francisco.... La segunda ciudad más grande de California, ya sabéis, ese Estado que cierto tiempo fue gobernado por un ex-físicoculturista y actor, el señor Arnold Schw... Schwa... (salud!)... Schwarzenegger (con ese nombre y ese currículo ahora entiendo muchas cosas de la gloriosa América)... Cositas a destacar de esta ciudad, pues quizá varias, pero lo que a mí más me gustó fueron las sequoyas como esta:


Tras el periodo vacacional y su ruina inherente, ahora sí, llegó el tiempo para trabajar... Una vez más, la suerte vino de nuestra mano y encontramos trabajo rápidamente, echamos muchas horas y conseguimos nuestro objetivo.... glin, glin, glin!!!

Así que, tras visitar algunos pueblos sin encanto, moteles de carretera, shopping malls y hamburguesas, y ya con el capitalismo inyectado en vena, el consumismo llegó solo. Sin darnos cuenta ya poseíamos un ordenador, tres piruletas, cámaras y hasta una furgoneta... yuhuuu!!!! 


Nuestra GMC Safari tiene volante, cuatro ruedas, puertas y ventanas, elevalunas eléctrico y cierre centralizado, marchas automáticas indispensables para una pareja de inexpertas automobilistas como nosotras.... Siete años ya desde que sacara el carnet y en ese intervalo habré conducido unas 10 veces (miedo!)... Ruedas nuevas, cambio de aceite, frenos a punto, gasolina, futón, carretera y manta...

Cinco mil kilómetros de recorrido, desde el norte de California hasta México Distrito Federal, descubriendo paisajes y cielos, elefantes marinos... Conduciendo por sitios tales como Beverly Hills, Hollywood o Bell-Air (jaja!). Atravesando el viento y las fronteras, dejamos atrás América y sus americanadas para llegar a México.

Cruzamos Baja California, sus desiertos eternos, playas y bahías, aguas termales, tacos, birria, pesos... Sinaloa, Nayarit, Jalisco, Guanajuato... Todo en orden. Tudo bem. Sin complicaciones destacables hasta la fecha. Éramos felices sintiéndonos las reinas, sino del mundo, sí de nuestra mini-van...

Llegamos a la ciudad de México un bonito y caluroso jueves... La policía nos hace parar: “Señoritas, su matrícula, termina en 1, por tanto, hoy jueves no pueden conducir. Tienen que pagar seis mil quinientos pesos de multa”. (Cómo?). Atónitas. Perplejas. Estupefactas. Nuestra indignación, frustración y cólera en aumento. Menos mal que conseguimos resolver el asunto a un módico precio de 300 pesos.

Sí, definitivamente, esto es México (y sus mexicanadas!). Y nos encanta.

Pero si algo me encanta, es veros. Así que, preparad el txorizo, el jamón y la sidra porque el día 17 estoy allí para daros todos los besos que ahora os mando en persona.

Miri

1 comentario:

  1. eres grande Bolistrioskis!
    muy bueno tu resumen del extenso viajeeee por YU. ES. SEI....
    tengo una preguntilla...en ese jodido pais cúanto cuesta mirar y tocar un secuoya?
    wuuaaa!!
    ganas de verte rabiosssa!
    Fonsinhaaa

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